Neko

sábado, diciembre 02, 2006

Triangulo_de_las_Bermudas

El triangulo de las Bermudas, también conocido como el “Triángulo del Diablo” o el “Limbo de los Perdidos”, es un espacio con forma triangular comprendido entre la Península de Florida, la isla de Puerto Rico y el archipiélago de las Bermudas.

Siempre ha sido una zona peligrosa y de misterio, ya que las múltiples desapariciones producidas en ese área nunca han sido resueltas: jamás se han hallado restos ni supervivientes.

Aunque el misterio se remonta a mediados del siglo XIX, es a partir de 1945 cuando el fenómeno adquiere dotes de leyenda. Desde entonces, más de 50 barcos y cerca de
30 aviones han desaparecido en la zona sin explicación lógica. La lista es larga.

Han sido muchos los casos a lo largo de la historia que se han relacionado a este misterioso tema. De los primeros casos fueron los relatados por Cristobal Colon quien plasmó en su bitacora que en algunas de sus travesias tuvo el avistamento de animales extraños cerca de los limites del triangulo, tambien el, junto con sus tripulantes vieron "extrañas luces danzantes en el horizonte". Otro caso muy mencionado del siglo XX fue el del buque Mary Celeste que misteriosamente desaparecio pero dias despues fue encontrada por otro buque en medio de altamar; este buque al revisar a Mary Celeste se dio cuenta que no habia ningun tripulante, todo parecia que habia sido abandonado con gran prisa pues todas las cosas estaban en su lugar, ¿pero porque abandonarlo en alta mar, sin este tener ningun desperfecto? lo sorprendente del caso es que al revisar el lugar se dieron cuenta q la desaparicion no tenia poco menos de unas cuantas horas porque en el cuarto del capitan todavia estaba su pipa humeando y en la cocina estaba la tetera echando bocanadas de vapor. Uno de los casos más significativos y al que se le brindo al triangulo de las bermudas como un caso enigmatico fue el del vuelo 19 en el año de 1945. Aqui las labores de búsqueda marítima, fueron de las más intensivas jamás realizadas, pero nunca pudo revelarse ni una sola pista. No se trata de un hecho aislado. También es célebre el caso de Cyclop, un carbonero de la Marina norteamericana con 308 hombres a bordo, que desapareció misteriosamente en 1918. Unos 30 años más tarde, un avión de transporte DC3 sufrió la misma suerte mientras se encontraba a unas 50 millas de Miami. El último mensaje del capitán informaba a la torre de control de que todo estaba bien y que esperaba instrucciones para aterrizar.Testimonios como los del remolcador de salvamento "Good News" (1966) o el piloto Chuck Wakely (1972) hablan de sucesos poco habituales, como la descomposición electrónica de los equipos, pérdida del control de la nave, fenómenos visuales incomprensibles u observaciones de curiosas luces submarinas. Sorprendentemente, el compás y los instrumentos eléctricos se alteran por completo y de forma repentina, pero, fuera de la neblina o "bruma misteriosa" habitual en el Triángulo de las Bermudas, el mar está en la mayor de las calmas, todo funciona de nuevo normalmente o, en su caso, las luces intensas se desvanecen.

Lo extraño a todo esto, en los caso de naufragio, los equipos de búsqueda habrían encontrado partes del barco , balsas o al menos alguna mancha de aceite en el agua. Además, las desapariciones no pudieron ocurrir por huracán o ciclón, porque la mayoría sucedieron con buen tiempo.

Por tanto, si los barcos, aviones y tripulantes no desaparecieron a causa de fenómenos naturales… ¿qué les ocurrió? Y lo más importante, ¿dónde están?

VUELO 19
Era un día magnífico, con sol en abundancia, mares en calma y un cielo azul libre de casi por completo de nubes.
Corrían los días de la posguerra y en E.U., el personal de la Marina y la Aviación aún continuaba con sus cotidianos entrenamientos. Por aquellos días, la base aérea de Fort Lauderdale, en la Florida, estaba particularmente preocupada en mantener a sus pilotos adiestrados.

Era el 5 de Diciembre de 1945, un día como cualquier otro, y 5 aviones Avenger TBM estaban listos para despegar. Su Misión consistía en alejarse 160 millas al este, en línea recta, dar vuelta al norte y regresar a su base, en un vuelo de entrenamiento.

Al mando del vuelo, con número de serie 19, iba el teniente Charles C. Taylor, veterano de la marina y piloto experimentado. La tripulación de cada uno de los aviones constaba de tres hombres, por lo que en total participarían 15. Cada uno de los aparatos había cargado gasolina suficiente para volar el equivalente de 1660 km.. Los motores, la radio y los equipos salvavidas fueron checados y reportados en buen estado. En el momento de dar la último aviso para despegar, sólo faltaba un hombre que, sintiéndose enfermo, se quedaría en tierra.

Los meteorólogos habían pronosticado buen tiempo en toda el área de su recorrido.

A las 2:00 de la tarde despegaron sin novedad los cinco aviones y, tomando en seguida la formación de vuelo, se lanzaron rumbo al mar a buena velocidad. Durante casi dos horas, el vuelo 19 se estuvo reportando con regularidad a su base.

A las 3:45, un mensaje desconcertante cruzó el espacio hasta la torre de control:

"Torre de control torre de control .Esta es una emergencia. Nos hemos salido de curso . Parece que nos hemos salido de curso " "Parece que nos hemos perdido. No estamos seguros de nuestra posición ¡No podemos avistar tierra!".

En la torre de control , el radio operador replicó sumamente extrañado: "¿Qué posición tienen?"

Vuelo 19: "No estamos seguros de nuestra posición " "Repetimos no podemos ver tierra No sabemos si estamos sobre el Atlántico a sobre el Golfo ".

Torre de control: "Asuman el rumbo hacia el oeste pronto verán tierra.".

Vuelo 19: "No sabemos hacia donde esta el oeste. Todo esta mal. Es tan extraño El mar luce muy raro ".

Y ahí se corto la comunicación. Había demasiada estática a pesar del buen tiempo, y por momentos se escuchaban los diálogos de los pilotos entre sí. Diez minutos más tarde se restableció el contacto. Los radioperadores podían escuchar en la base el ruido de los motores, pero no las voces de los pilotos. Para entonces, el pánico había hecho presa de las tripulaciones; ya no eran pilotos experimentados, sino hombres invadidos por un temor monstruoso.

Poco antes de las 4:00 se escuchó lo siguiente:

"No estamos seguros de nuestra posición. No sabemos exactamente dónde estamos. Creo que a unos 360 km. al noroeste de la base ". Se corto de nuevo el mensaje por estática.

Instantes después volvía a restablecerse la comunicación: "El mar es muy extraño Parece que estamos sobre aguas blancas ". Y de nuevo el silencio.

La torre intentó una vez más comunicarse con ellos, pero por alguna extraña razón, parecían no captar las señales de la base. Durante largos segundos que parecieron siglos, el personal de la base, ya en estado de alerta, no escuchó ninguna palabra más del Vuelo 19.

La tensión del momento fue rota al escucharse otra vez las conversaciones de los miembros del escuadrón: "Estamos completamente perdidos Y parece que " Estas fueron sus últimas palabras. En la base de Fort Lauderdale todo era desconcierto. Durante todo el tiempo que duró la comunicación, parte del personal de la torre se había preocupado por trazar posiciones y calcular la ruta que habían seguido al extraviarse.

Intentaron hacer contacto con otras naves próximas al área; pero todo fue en vano. Sólo quedaban conjeturas. ¿Qué había podido desorientarlos de ese modo? ¿Cómo explicar las interferencias de la radio en un día tan claro? Y sobre todo, ¿Qué peligro habían enfrentado, que los había hecho perder la calma de ese modo?

Las horas siguientes fueron de frenética acción. La alarma había puesto en movimiento a todo el personal. Los aviones Avenger, bombarderos de combate, eran magníficos aparatos en su tiempo. Extraordinariamente bien equipados para el ataque - casi una tonelada de bombas, o un torpedo submarino - contaban además con un poderoso motor de 1600 caballos, y alas plegables para su fácil acarreo en portaaviones. Su autonomía de vuelo era muy amplia y tenía equipo especial para facilitar la supervivencia en alta mar.

Como los bombarderos habían sido checados antes de partir y contaba cada uno de ellos con un aparato radiotransmisor, más que pensar en una falla mecánica el personal de tierra temía que un disturbio atmosférico los hubiese dañado. Las turbulencias y bolsas de aire, por ejemplo, son imprevisibles y más de un avión ha sucumbido a causa de ellas. Incluso un ataque enemigo, aunque improbable, no se descartaba: la guerra recién había terminado. Sin embargo, ¿Por qué no habían podido explicar lo que les sucedía?

El radioperador estimó que el último punto en que habían hecho contacto con el escuadrón, había sido a unos 150 km. al noreste de la base naval de Banana River, en la costa de la Florida. A ese punto y sus alrededores fue enviado un hidroavión, el Martin Mariner, especializado en rescate anfibio, con trece hombres a bordo. La torre de control mantuvo estrecho contacto con el hidroavión de rescate durante los siguientes minutos de vuelo.

Inesperadamente, el Martin Mariner consiguió trabar comunicación con el Vuelo 19:

Hidroavión Martin: "Vuelo 19, estamos volando hacia ustedes para guiarlos de regreso ¿Qué altitud tienen?"

La interferencia no dejó escuchar completa la respuesta del Vuelo 19, pero las últimas tres palabras se oyeron perfectamente: "¡No nos sigan !" Y se perdió la señal.

Todo el diálogo había sido captado también en la base. Desde algún lugar desconocido, los pilotos habían alcanzado a enviar un mensaje para alentar a sus compañeros. Pero, ¿de qué? Mientras tanto, la tripulación del Martin Mariner, más alerta que nunca, escudriñaba metro por metro la superficie del mar. Durante los siguientes siete minutos, el comandante del hidroavión se estuvo reportando a la base.

Al parecer no había huellas del naufragio en la zona. Pocos minutos después dejó de escucharse la señal del Martin Mariner. No había contacto en ninguno de los sentidos con su tripulación. El silencio que siguió al último mensaje nunca más fue roto. Nunca más los marinos volverían a ser vistos ni escuchados. El comandante de la base, más perplejo que nunca, dio orden de comenzar lo que sería la búsqueda más intensiva y cuidadosa llevada a cabo en mar y aire; pero también la más infructuosa.

Las teorías que intentan esclarecer los hechos son fundamentalmente las siguientes:

1) los más científicos alegan la existencia en la zona del centro de un campo electromagnético (que explicaría el no funcionamiento de las brújulas y el instrumental de vuelo). Por otro lado, las grandes corrientes y la profundidad de sus aguas, explicarían la desaparición absoluta de cualquier rastro.

2) también hay quienes apuestan por la existencia de una base extraterrestre o a la posibilidad de un agujero espacial/temporal (distorsión espacio-temporal, que arrastraría a barcos y aviones hacia otra dimensión).

3) por último, se atribuye a la legendaria y antigua civilización de la Atlántida (supuestamente sepultada bajo el mar) las desapariciones, ya que en teoría posee una tecnología mucho más avanzada que la nuestra.

Tambien se ha propuesto la atrevida teoria que habla acerca de la hechizeria que hace algunos siglos en los tiempos de colonizacion hicieran los negros traidos de Africa como revelacion a los tripulantes que los debajan en altamar por portar enfermedades y ser improductivos. y con este pensamiento hace 25 años se le hizo una "exorcisacion" al triangulo; se dice que a partir de este hecho las desapariciones inexplicables han dejado de ser un hecho.

En cualquier caso, no hay duda de que el área referida encierra numerosas incógnitas aún por develar, cada quien elija la version que mas le convenza.

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